Eran ya las tres de la tarde cuando me acerqué al dormitorio de mi hija para despertarla ya que teníamos la comida preparada en la mesa. Al abrir la puerta me la encontré follando con un maromo. Era el casero al que debíamos el alquiler desde hacía meses. No me atreví a molestarle y, en silencio, cerré la puerta. No la esperamos a comer.

2 comentarios:
Cada cual contribuye a su manera a los gastos de mantenimiento del hogar familiar. Deberías estar contento de que tu hija al fín muestra algo de responsabilidad... jejeje.
Hay que ver lo mucho que disfruta tu niña pagando al casero, seguro que también lo hace con el del supermercado, con el cobrador de la luz, del agua, del banco, ...
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